Parece que en marzo he dado un paso atrás: me he vuelto a sentir encallada, sin concentración para leer, con el cerebro entumecido. Tan es así que abandoné, por primera vez de forma terminante, un libro cuando llevaba menos de un tercio leído. Para remediar mi frustración, me refugié en uno de mis autores-medicina: Haruki Murakami. Dos lecturas de marzo que son, literalmente, la noche y el día.
Nubosidad variable, de Carmen Martín Gaite
Aunque no tengo una inclinación natural por las autoras españolas, Carmen Martín Gaite siempre me había atraído. Pero nunca daba el paso. Quizás porque sentía que debía experimentarla en castellano, una lengua en la que no siempre me apetece leer; quizás porque sus libros tiene un deje muy madrileño, y para mí esa capital es algo lejana; o porque siempre tenía otros títulos más urgentes en la mesita.
La cuestión es que no tomé la decisión de leerla hasta que no salió elegida como lectura del mes del Club Bovary.
Elegimos “Nubosidad variable“, la primera de mis lecturas de marzo, pero quizás deberíamos haber optado por otro título. Menos denso, más corto, más definido. Y es que a todas nos ha costado, por no decir que nos ha sido casi imposible, empatizar con las protagonistas: dos mujeres infelices y adineradas que viven angustiadas por una situación que se niegan a cambiar.
Pero no solo las protagonistas nos han parecido alejadas y desclasadas, sino que no hemos encontrado un hilo argumental claro que nos hicieran querer saber más, que nos empujara a seguir leyendo. Andábamos perdidas pasando página con la esperanza que en algún momento pudiéramos entender el propósito de aquella historia.
Además de esta falta de conexión, la totalidad de las lectoras hemos visto las relaciones que la autora tejía entre sus personajes como reprobables y tóxicas, algo peligrosas y nada sanas. Y lo peor de todo, que nos han contado aquellas que llegaron hasta el final: no hay desenlace en esta historia insulsa.
No sé cuánto tardaré en volver a atreverme con Carmen Martín Gaite, porque tengo claro que “Nubosidad Variable” no es una obra representativa del estilo de esta autora. O eso espero.
Tokio Blues, de Haruki Murakami
Tras el desastre de la primera de mis lecturas de marzo, decidí elegir sobre seguro. Necesitaba reconciliarme con los momentos de lectura, sentir que un libro me engullía de nuevo y que podía aislarme en torno a una historia ajena. Por eso elegí Murakami, un autor al que suelo recurrir en caso de bloqueos o frustraciones lectores.
Empecé a leer Murakami durante mi adolescencia. Aunque no captaba el sentido tan profundo de sus novelas, en ese momento ya presentía que había algo en ellas que me atraía, que me absorbía durante días. Quizás era por el clima que creaba el autor o por los personajes que proyectaba, una versión silenciosa e introvertida de cualquiera de nosotros.
Y “Tokio Blues” no es una excepción. Por suerte.
Cuando llevaba leídas unas pocas páginas de la novela, me di cuenta que no era la primera vez que la leía. La residencia de estudiantes, el ritual del levantamiento de la bandera cada mañana, el Soldado de Asalto haciendo su sesión de gimnasia en la habitación, la tienda de discos donde trabajaba Toru, la candidez de Naoko y la energía de Midori. Todos estos detalles había quedado registrados en mi mente y, poco a poco, fueron reactivándose.
A pesar de ser una relectura, “Tokio Blues” me ha absorbido por completo. Magnético, melancólico y omnipresente, Murakami siempre sabe cómo hacerme desear la lectura, como hacerme disfrutar de cada página. Sin ningún tipo de duda, este libro ha sido el mejor salvavidas para mi (pequeña) crisis lectora.
¿Y en abril?
Teniendo en cuenta las lecturas de marzo, en abril solo deseo no volver a sufrir otra crisis lectora. Tengo ganas de leer y de empaparme, de disfrutar sin interrupciones. Por eso, a pesar del desastre del anterior título elegido por el Club Bovary, tengo muchísimas ganas de leer el libro escogido para abril: Cauterio, de Lucía Lijtmaer.
Además, tengo algunas obras de literatura juvenil pendientes para la universidad, las cuales espero no se carguen mi entusiasmo.
Aina,
[…] poder decir que he recuperado el entusiasmo por las lecturas, tras el bloqueo lector que sufrí en marzo. Nada me angustia y me entristece más que no poder concentrarme leyendo, pasando páginas sin […]