¡Maravillosas vacaciones de verano! Tras este año laboral y estudiantil tan movido, finalmente julio se presentaba como un mes de tranquilidad, con tiempo para leer, dormir y escribir sin prisa. Y eso hice: desactivar el despertador, tomar el sol con un buen libro y retomar mis momentos con mi diario personal.
Estoy especialmente orgullos de mis lecturas de julio. Han sido variadas, con títulos de ficción y no ficción y otros pertenecientes a mi montón de “eternos pendientes”. Una puesta al día de la que he salido motivada y feliz.
Una educació, de Tara Westover
Si la hubiera juzgado por la portada, nunca la habría leído. Pero gracias a la insistencia de Clàudia y de las chicas del Club Bovary he descubierto un de las mejores autobiografías de todos los tiempos: la de Tara Westover.
Nacida en Idaho en 1986 y criada en el sí de una familia de mormones fundamentalistas, Tara nunca asistió a la escuela ni fue visitada por ningún médico. Siguiendo las creencias de sus padres, dedicó su infancia a prepararse para el fin del mundo: trabajaba en el vertedero de su padre, desmontando coches y construyendo graneros, y se pasaba los veranos con su madre, preparando melocotones en conserva para sobrevivir al final del Mundo de los Hombres.
En “Una educació“, Westover recoge sus primeros años en Buck Peack, la burbuja familiar donde vivían ella y sus seis hermanos, aislados del mundo exterior. Pero en estas memorias también narra el proceso de huida: por qué decidió irse, como lo consiguió, el choque que le supuso experimentar la vida real, la importancia de la educación en su liberación y las consecuencias que tuvo su decisión para su familia mormona poco convencional.
La historia de Tara Westover es tan espeluznante, surrealista, chocante que he tenido que recordarme constantemente que lo que estaba leyendo eran unas memorias, y no un relato de ficción. Y, a pesar de esto, ha sido un inmenso placer leerlas y creo que nunca dejaré de recomendarlas.
Fusta d’eucaliptus cremada, d’Ennatu Domingo
Cuando mis padres me regalaron “Fusta d’eucaliptus cremada” ni siquiera había oído hablar de este título. Pero, después de leerlo, he quedado tan fascinada que no puedo dejar de hablar de él.
Este libro de Navona Editorial mezcla la historia de Ennatu, su adopción, sus primeros siete años de vida en Etiopía y su llegada a Barcelona, con reflexiones sobre la configuración de su identidad dual, datos actuales de su país de origen y un análisis feminista de su futuro. Un mosaico literario para entender una situación compleja a partir de una experiencia personal.
Puedo asegurar que “Madera de eucalipto quemada“, la segunda de mis lecturas de julio, es uno de los libros de no ficción que más me han enganchado hasta ahora. No solo me ha permitido conocer un poco más el mundo de la adopción y me ha situado Etiopía en mi mapa mental, sino que me ha despertado la curiosidad por el desarrollo de continente africano y el papel que las mujeres rurales deben jugar en este proceso.
La llibretera de París, de Kerri Maher
Si existe un lugar mágico en París, este es sin lugar a dudas la librería de Shakespeare & Company. En un pequeño rincón justo enfrente del Sena y con vistas a Notre Dame, es una parada obligada para todos los bibliófilos que visitan la ciudad.
Pero esta localización tan privilegiada no es su emplazamiento inicial. De hecho, la librería que conocemos hoy en día ni siquiera era el proyecto original, el que puso en marcha la norteamericana Sylvia Beach en el año 1919.
La historia de como esta editora y librera abrió la primera librería de literatura anglosajona en la capital francesa es la que recoge Kerri Maher en “La llibretera de París“, la tercera de mis lecturas de julio. Mezclando ficción y realidad, Maher recrea el ambiente de la época y da vida a autores como Scott y Zelda Fitzgerald, Ernest Hemingway o el mismo James Joyce.
Es este último en quien se centra buena parte de la novela: su obra Ulysses fue prohibida en los Estados Unidos y fue Sylvia Beach la única editora que se atrevió a publicarla a través de la Shakespeare & Company.
Aunque en algunos momentos se me ha parecido una lectura lenta y densa por la cantidad de personajes y los años que transcurren al largo de la novela, a través de “La libretera de París” he podido acercarme a la historia de uno de los rincones literarios más importantes de Europa.
Els dics, de Irene Solà
Uno de los objetivos lectores de este verano era reducir el montón de libros pendientes por leer, almacenados dentro de una caja en un rincón del salón. Uno de los nominados era “Els dics“, de Irene Solà, un título que compré en Natura Llibres durante las vacaciones de verano del año pasado y que se ha convertido en la última de mis lecturas de julio.
Lo compré sin leer ni siquiera el argumento, solo porque había leído “Canto yo y la montaña baila” y me había fascinado. Pero, una vez pasado el entusiasmo inicial, me dio pereza empezarlo: quizás por el título poco sugerente o por la portada tan discreta. Y, cuando finalmente me decidí a hacerlo, pensé que sería una lectura corriente como cualquier otra.
Pero Irene Solà siempre me sorprende y con “Els dics” no ha sido diferente. A pesar de las (bajas) expectativas, me he acabado enganchando a esta historia calidoscópica que combina un relato principal con historias, cuentos, fragmentos que la complementan y la redefinen.
El recurso de fragmentar el punto de vista, haciendo de la protagonista una narradora creativa, una escritora que quiere capturar su entorno, permite mezclar testigo y objetividad, narrador omnisciente y subjetividad, para conseguir un libro redondo.
¿Y en agosto?
En agosto tengo previstos un par de viajes, por lo que no tendré tanto tiempo para poder dedicar a la lectura. Aun así, tengo algunos títulos en el punto de mira, algunas novedades editoriales como la traducción al catalán del éxito de Tatiana Tibuleac y otros del montón de pendientes que espero poder leer a lo largo de estos días.
Aina,